Abro la puerta y me recibe una música suave en clave de bossa nova en un ambiente de semi-penumbra. Aparece ella con ropa ligera, me saluda con un beso y me dice esperáme unos minutos que termino de prepararme.
Cuando regresa ya no hay rodeos: acostáte y ponete cómodo, ya vemos que hacemos.... Mi cuerpo no termina de asimilar la forma de la nueva superficie que ya ella está encima mío, dominando la situación con su intrigantes ojos marrones mirándome con determinación.
Qué sentís, pregunta mientras me toca. Pasan los minutos y crece la intensidad, siento su respiración mientras mueve sus manos hábilmente, con el conocimiento que sólo da el haberlo hecho tantas veces. Pasados ya tres cuarto de hora no puedo evitar lanzar un gemido. Aguantá un poquito más que ya casi termino, me dice casi suplicando.
Todo ha concluido. No alcanzo a reponerme del todo y con una sonrisa me entrega un papel. Este es mi celular, me dice, llamáme por cualquier cosa, sino nos vemos la semana que viene.
Las estridencias de la calle me devuelven un poco de claridad. Me marcho lento en busca de las sombras que ofrecen los edificios, pensando cuando será el bendito día que termine con este sempiterno tratamiento odontológico.
20 diciembre 2007
18 diciembre 2007
Error de diseño (II)
Por más temprano que uno arranque, tarde o temprano –mas temprano que tarde, invariablemente- ella siempre va a aparecer para terminar con nuestros planes. Es que desde que empezaron a escasear las capas más protagonismo tomó ella con su inevitable y abrasadora presencia.
Quizás el título sea un exceso y no constituya exactamente otro craso error de diseño. Pero lo que si es indiscutible es que en los tiempos de vida que corren casi nadie le da el uso para el que fue prevista, por lo que el diseño ha quedado obsoleto, caduco, perimido, y exige un urgente aggiornamiento.
Quizás se pueda poner al principio. Aunque no estaría mal darle un lugarcito al final. Lo que si, tengo la plena convicción de que es un despropósito que esté al medio: la siesta hiere de muerte al día con su tórrido sopor y su insana vehemencia, y algo tenemos que hacer al respecto.
Quizás el título sea un exceso y no constituya exactamente otro craso error de diseño. Pero lo que si es indiscutible es que en los tiempos de vida que corren casi nadie le da el uso para el que fue prevista, por lo que el diseño ha quedado obsoleto, caduco, perimido, y exige un urgente aggiornamiento.
Quizás se pueda poner al principio. Aunque no estaría mal darle un lugarcito al final. Lo que si, tengo la plena convicción de que es un despropósito que esté al medio: la siesta hiere de muerte al día con su tórrido sopor y su insana vehemencia, y algo tenemos que hacer al respecto.
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